Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1888-1889 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 21 de diciembre de 1888
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Silvela
Número y páginas del Diario de Sesiones: 18, 376
Tema: Medidas necesarias para evitar los abusos de imprenta cometidos por algún periódico al tratar las cuestiones militares

Para decir al Sr. Silvela que el Ministro de Gracia y Justicia, el de la Gobernación y todo el todo el Gobierno, están dispuestos a ayudar a los tribunales para que castiguen los delitos a que S.S. se ha referido. Porque, en efecto, el Gobierno considera delitos que no pueden menos de ser castigados, los que atentan a la disciplina del ejército, y todos aquellos que tiendan a promover antagonismos entre los diferentes institutos de la fuerza armada.

En eso, el Gobierno está dispuesto a ser inexorable; pero el Sr. Silvela me ha de permitir que le diga que no puede el Gobierno hacer todo lo que deseara [376], aun dentro de la inexorabilidad que quisiera tener en este punto. Porque yo debo ser franco: en mi opinión, el actual Código penal, la legalidad existente, no ampara bastante la disciplina militar, ni tampoco impide, hasta donde fuera necesario, que puedan producirse antagonismos entre los diversos institutos del ejército que constituyen la fuerza pública.

Por eso mismo, hace tiempo que el Gobierno, apresurándose a remediar el mal y a subsanar las diferencias que existen en la legalidad actual (El señor Silvela pide la palabra), presentó el Código penal, que ha sido discutido en el Senado, cuya totalidad se discutió en el Congreso, y que ahora debe empezarse a discutir otra vez por un turno que S.S. tiene pedido. El Gobierno ha reproducido ese proyecto de ley; la discusión está a esa altura, y yo puedo asegurar al Sr. Silvela que el Gobierno tiene mucho interés en que ese proyecto acabe de discutirse, porque el día que eso suceda se habrá remediado el mal que estamos todos en este momento lamentando.

Entre tanto el Gobierno hará todo lo posible, absolutamente todo lo posible, pero siempre dentro de la ley, porque el Gobierno no puede un debe moverse sino dentro de las leyes, y dentro de las leyes ayudará a los tribunales de justicia al cumplimiento de su misión.

Por lo demás, es una cuestión difícil de resolver la de los militares que son al mismo tiempo escritores públicos. Claro está que un oficial, que un jefe, no pueden escribir sin el permiso de sus superiores, ni aún en defensa propia; pero yo no sé que haya ley ninguna que impida que un militar pueda ser redactor de un periódico; y en este caso no hay más remedio que reconocer que el militar está dentro de la ley de imprenta (Rumores) o de la ley de policía de imprenta, y bajo el punto de vista de los castigos, dentro del Código penal.

Lo que hay es otra cosa, y el Gobierno procurará también en este punto andar su camino.

Es claro que el militar tiene el derecho de ser redactor de un periódico; pero el Gobierno tiene también el derecho de que vaya a serlo, porque así convenga al buen servicio, donde al Gobierno le parezca bien. De esta manera, cada cual satisface su derecho hasta tanto que la ley llene las necesidades que, en opinión del Gobierno, debe llenar, y que no satisface hoy de un modo pleno la legalidad existente.

Y como el asunto es delicado, y creo que he contestado al Sr. Silvela, no quiero continuar. Solamente diré a S.S. que me parece que exagera un poco la alarma, porque afortunadamente no existe. Esos artículos son verdaderamente despreciables, y si son escritos por militares, lo siento por ellos, que manchan el honroso uniforme que llevan, tratando de introducir antagonismos entre las clases militares, que debe vivir perfectamente hermanadas. (El Sr. Pando: Pues quitárselo). ¡Ojalá pudiera quitárselo dentro de la ley! Lo que tiene es que fuera de las leyes no puedo hacer nada; porque yo, que quiero exigir a todos el cumplimiento de la ley, he de empezar por ser el más respetuoso y exacto cumplidor de ella. Yo digo que si pudiera quitarles el uniforme, se lo quitaría, pero no puedo. (El Sr. Pando: Yo aplaudo a S.S., pero medios hay). Démelos S.S., porque los aprovecharé con mucho gusto.

Yo aseguro al Sr. Silvela que en lo que dependa del Gobierno, ayudado por la ley, porque creo que sería peor el remedio que la enfermedad si algo quisiera hacer fuera de la ley, y por cuantos medios le proporcione la ley, procurará evitar esos delitos, y en caso de que se cometan, asegurará castigarlos. No tengo más que decir. [377]



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